Hoy, Yves tiene una estatura de 5 pies y pesa 106 libras, dentro del rango sano para un niño de 12 años. Pero el cambio no hay llegado de manera fácil para Yves ni para su familia. A mediados del 2004, cuando todavía tenía 10 años, Yves medía 4 pies y 11 pulgadas y pesaba 123 libras. Recuerda Eva, "Yves usaba ropa grande, y aún esa le quedaba demasiado apretada. Le encantaba comer hamburguesas de comida rápida con salsa especial. Y pasaba la mayoría de su tiempo libre en la computadora; en realidad no le gustaba hacer ejercicio". Durante un examen físico anual, el pediatra le dijo a Eva que Yves tenía un 44% más del peso recomendado para alguien de su estatura y edad, lo que lo colocaba en la categoría de "obeso". El doctor dijo que Yves necesitaba bajar de peso, cambiar sus hábitos de alimentación y empezar a hacer ejercicio si quería evitar graves problemas de salud en el futuro. El pediatra recomendó que la familia se registrara en el Programa pediátrico de control del peso Packard (PPWCP, por sus siglas en inglés) para ayudar a Yves a cumplir esas metas. Al ser un programa conductual en grupo centrado en la familia, el PPWCP ayuda a niños y adolescentes con sobrepeso y a sus familias a adoptar y mantener una vida de alimentación saludable y de actividad física. "Primero, estábamos en la lista de espera. Pero luego en agosto nos llamaron y nos dijeron que la clínica tenía una vacante, y nos registramos de inmediato", dice Eva.
Yves se unió a un grupo en donde había otro niño y diez niñas, cada uno tratando de lograr metas específicas de dieta y de actividad física. El grupo se reunía una vez a la semana durante seis meses, se pesaban al llegar y hablaban sobre el progreso semanal junto con sus familias. "Al principio, era muy difícil para Yves controlar y limitar los alimentos que comía", recuerda Eva. "Le costó mucho trabajo dejar de comer algunos alimentos como sus hamburguesas favoritas, papas y galletas". Eva le da crédito al programa visual del "Semáforo" del PPWCP para encaminarse hacia estos hábitos de alimentación, y mantenerse en los mismos. "Algunas veces Yves no quería seguir manteniendo la bitácora de alimentos, y para mí fue difícil hacer que lo hiciera, así que cambiamos de manera de contar sus alimentos, con cuentas. Eso era más fácil para él". Yves tenía dos tazas, una con cuentas rojas y otra vacía. Cada día que Yves comía un alimento llamado de "luz roja", como pastel, papas o refresco, ponía una cuenta roja en la taza vacía. Para poder lograr su meta de pérdida de peso, Yves podía tener hasta 10 alimentos de luz roja cada semana, y esta taza le ayudó a saber cuántos alimentos de luz roja había comido y cuántos le quedaban. A través de este ejercicio, Yves pudo mantener los alimentos problema, como jugos, galletas y dulces altos en calorías, e incluso sus amadas hamburguesas, bajo control. E Yves no solo está comiendo menos alimentos altos en calorías, también está comiendo alimentos más saludables. "Antes no le gustaban las verduras para nada. "Pero ahora, de hecho le gusta el brócoli y otras verduras, y me pide que las haga", comenta Eva.
Yves también cambió su nivel de actividad física. Sus tardes ya no estaban llenas de juegos en la computadora y televisión. Comenta Eva: "Yves empezó a ir a clases de kick-boxing una hora tres veces a la semana, lo que en verdad le ayudó a mantenerse activo. También tiene educación física todos los días en la escuela, y corren una milla dos veces a la semana. Con su peso nuevo, Yves participa más y se siente más capaz de terminar la carrera". Seis meses después de haber empezado el programa Yves tenía un 25 % menos de sobrepeso que cuando empezó, un logro enorme para un niño de 12 años. Tanto Yves como su madre atribuyen este éxito al PPWCP: "El programa en verdad ayuda a los niños a desarrollar mejores hábitos de alimentación. Ellos no cambian la manera en la que comemos de un día para otro. Es gradual, para que los niños tengan tiempo de adaptarse", dice Eva. "Y ya que se reportan cada semana, los niños pueden ver el resultado, lo que es una gran motivación." Eva cree firmemente que la metodología basada en grupo del programa hizo que toda la experiencia fuera positiva para la familia Perez-Velasquez. "Todos se alientan entre todos y apoyan mucho a cada niño que está tratando de lograr su meta. Si alguien no bajó nada de peso una semana, nadie lo menosprecia ni molesta. Dicen, ‘está bien, ¿qué fue lo que no funcionó? La semana que entra, intentemos algo más’. Creo que eso es lo que hace que el programa funcione". Yves está de acuerdo. "Estar en un grupo marca la diferencia. Hay otras personas que están pasando por lo mismo y ves que no eres el único", dice. "Bajar de peso no es fácil, pero tienes que querer hacerlo. Si te rindes, no llegas a ningún lado".
Además, participar en un grupo con otras familias ayudó a Eva a cambiar los hábitos generales de la familia. "Conoces a otras personas que están luchando con las mismas cosas que tú con tu hijo. Tal vez no sabes cómo preparar ciertos alimentos y escuchas que alguien dice ‘Oh, yo le hago esto a mi hija y le encanta’, y luego lo pruebas y a tu hijo le encanta también", dice. "Los padres no siempre saben cómo alimentarlos mejor, y el programa les enseña cómo evitar ciertos alimentos o cómo arreglar la manera en que preparan ciertos alimentos y hacerlos más saludables".
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Aprenda más sobre el Programa pediátrico de control del peso Packard y sobre otros programas para bajar y controlar el peso en Lucile Packard Children's Hospital Stanford:
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