La tos ferina, o pertusis, afecta principalmente a bebés y niños pequeños. Esta afección causa una tos convulsiva (acceso de tos intensa o paroxismos), que termina con el silbido característico de cuando se inhala el aire. La tos ferina causa accesos (ataques) de tos tan fuerte que a los bebés y a los niños les resulta difícil comer, beber o respirar. Estos accesos pueden presentarse durante semanas. En los bebés, pueden causar momentos de apnea (falta de respiración).
La tos ferina fue la responsable de miles de muertes en las décadas de 1930 y 1940. Sin embargo, con la llegada de la vacuna contra la enfermedad, el índice de muertes ha disminuido de manera considerable. Las últimas epidemias han ocurrido en zonas donde el uso de la vacuna ha disminuido. A pesar de que las vacunas contra la tos ferina son muy efectivas, si la enfermedad está presente en la comunidad, existe la posibilidad de que una persona completamente vacunada la contraiga. Asimismo, la protección de la vacuna desaparece con el tiempo, es decir que los adolescentes y adultos que no se han vacunado pueden contribuir a la propagación de la enfermedad durante un brote.
La causa de la tos ferina es la bacteria denominada Bordetella pertussis. Se trasmite de persona a persona por medio de las gotas de saliva que se liberan al aire (al toser y estornudar) y es muy contagiosa. Una vez que la bacteria ingresa a las vías respiratorias del niño, estas se inflaman y comienza la producción de flema (moco). En general, esta enfermedad comienza como un resfrío común, con secreción nasal y congestión, estornudos y, a veces, catarro o fiebre leves. Usualmente, la tos grave comienza una o dos semanas después.
Si bien la enfermedad puede evitarse con la vacuna, esta no es 100 por ciento efectiva.
La tos ferina es peor para niños menores de un año, y en algunos casos es mortal.
En EE. UU. se reportan miles de casos nuevos por año.
En general, esta enfermedad se incuba durante entre una y tres semanas, y pueden distinguirse tres etapas. A continuación se enumeran los síntomas más frecuentes de la tos ferina según cada etapa. Sin embargo, cada niño puede experimentarlos en forma diferente. En los bebés, la tos puede ser muy difícil de oír. Puede que presenten una pausa en la respiración llamada "apnea" en vez de toser. Si advierte esto, debe llamar al proveedor de atención médica de su hijo o llevar al niño al hospital de inmediato. Los síntomas pueden incluir lo siguiente:
Etapa catarral (a menudo dura entre una y dos semanas):
Tos leve
Fiebre baja
Secreción nasal
Etapa aguda (puede durar de una a seis semanas; puede persisntis hasta 10 semanas)
La tos empeora y se convierte en tos convulsiva
La tos es seca y áspera
La tos termina con un silbido durante la inspiración
Pueden presentarse vómitos junto con la tos, y puede parecer que el niño se ahoga con el vómito
La tos puede comenzar como consecuencia de varios factores que incluyen alimentarse, llorar o jugar
Etapa de recuperación (semanas a meses)
Desaparecen en primer lugar los vómitos y la tos ferina
En general, la tos disminuye a partir de la sexta semana aproximadamente, pero puede continuar durante 1 a 2 meses. La tos ferina se denominaba "tos de los 100 días", porque puede durar desde varias semanas hasta meses.
La tos ferina puede provocar neumonía y otras complicaciones.
Los síntomas de la tos ferina pueden parecerse a los de otras enfermedades o trastornos de salud. Consulte siempre a su médico para recibir un diagnóstico.
Además del examen físico y la evaluación de la historia clínica completa por parte del médico, el diagnóstico de la tos ferina suele confirmarse mediante un cultivo (mucus, secreciones nasales) tomado de la nariz.
El proveedor de atención médica determinará el tratamiento específico basado en lo siguiente:
Edad, estado de salud general e historia clínica del niño
Gravedad de la afección
Tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o tratamientos
Cuánto se espera que dure la enfermedad
Opinión o preferencia del paciente
En algunos casos, el niño puede ser hospitalizado para recibir el seguimiento y cuidado adecuados. A veces, es necesario administrar oxígeno y líquidos por vía intravenosa (IV) hasta que el niño comienza a recuperarse. El tratamiento con antibióticos puede ser indicado por el proveedor de atención médica del niño. Según cuándo se los comience a tomar, puede que los antibióticos no acorten la duración de la enfermedad, pero evitarán que las infecciones se propaguen.
Los miembros de la familia y demás personas que hayan estado en contacto con el niño en general deben comenzar un tratamiento con antibióticos, independientemente de si han recibido la vacuna o no.
Otros tratamientos pueden incluir lo siguiente:
Mantener al niño abrigado
Alimentarlo con comidas poco abundantes pero frecuentes
Darle a su hijo abundante cantidad de líquido
Quitar cosas o evitar situaciones que causen tos
Si bien se ha desarrollado la vacuna contra la la tos ferina, que se administra a los niños durante el primer año de vida, aún se presentan casos de la enfermedad, en especial en bebés menores de seis meses.
Según los los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention o "CDC", por sus siglas en inglés), ha habido un aumento dramático de la cantidad de casos de tos ferina desde la década de 1980. Los CDC recomiendan que los niños reciban cinco dosis de DTaP para una máxima protección contra esta enfermedad. La DTaP es una vacuna combinada que protege contra tres enfermedades: difteria, tétanos y tos ferina. Las primeras tres dosis se administran a los 2, 4 y 6 meses de edad. Entre los 15 y 18 meses de edad se administra la cuarta dosis, y la quinta se administra cuando el niño entra a la escuela, entre los 4 y 6 años. En los controles regulares a los 11 o 12 años, un preadolescente debe recibir una dosis de Tdap. La Tdap protege contra el tétanos, la difteria y la tos ferina. Todos los adultos mayores de 19 años que no han recibido la Tdap deberían hacerlo, y todas las mujeres embarazadas en el tercer trimestre también, incluso si ya la han recibido. Luego, los adultos deben recibir una dosis de Td cada 10 años, pero no deberían esperar para recibir la Tdap si recientemente recibieron una dosis de Td. Consulte siempre al proveedor de atención médica de su hijo para obtener asesoramiento.
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