La respiración es el acto de respirar:
inhalar (inspiración) - absorber oxígeno
exhalar (espiración) - expulsar dióxido de carbono
El aparato respiratorio está formado por los órganos que realizan el intercambio gaseoso, y son los siguientes:
la nariz
la faringe
la laringe
la tráquea
los bronquios
los pulmones
Las vías respiratorias superiores incluyen:
la nariz
la cavidad nasal
las celdillas etmoideas
los senos frontales
el seno maxilar
la laringe
la tráquea
Las vías respiratorias inferiores incluyen:
los pulmones
los bronquios
los alvéolos
Los pulmones absorben el oxígeno que las células necesitan para vivir y llevar a cabo sus funciones normales. También son los encargados de expulsar el dióxido de carbono, producto de desecho de las células del cuerpo.
Los pulmones son dos órganos en forma de cono, compuestos por tejido esponjoso de color gris rosáceo, que ocupan la mayor parte del espacio del pecho o tórax (la parte del cuerpo que está entre la base del cuello y el diafragma).
Están cubiertos por una membrana denominada pleura.
Se encuentran separados el uno del otro por el mediastino, un área que contiene lo siguiente:
el corazón y sus grandes vasos
la tráquea (conducto de aire)
el esófago
el timo
los ganglios linfáticos
El pulmón derecho consta de tres secciones, que se denominan lóbulos. El izquierdo tiene dos lóbulos. Cuando se respira, el aire:
ingresa al cuerpo por la nariz o por la boca.
baja por la garganta a través de la laringe (caja de la voz) y la tráquea (conducto de aire).
pasa a los pulmones por unos conductos denominados bronquios principales.
uno de los bronquios principales conduce al pulmón derecho y el otro al izquierdo
dentro de los pulmones, los bronquios principales se dividen en bronquios más pequeños
los bronquiolos terminan en sacos de aire diminutos denominados alvéolos
Una etapa importante del desarrollo pulmonar de los bebés es la producción de surfactante, una sustancia que producen las células en las vías respiratorias pequeñas y que está compuesta por fosfolípidos y proteínas. Comienza a producirse en el feto aproximadamente entre las semanas 24 y 28 de gestación y puede detectarse en el líquido amniótico entre las semanas 28 y 32. Alrededor de la semana 35 de gestación, la mayoría de los bebés ya cuenta con una cantidad suficiente de surfactante, que normalmente se libera a los tejidos de los pulmones para reducir la tensión en la superficie de las vías respiratorias. Esto también contribuye a mantener abiertos los alvéolos (sacos aéreos). Los prematuros pueden no poseer una cantidad suficiente de surfactante en sus pulmones y, en consecuencia, tener dificultades para respirar.
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