El trastorno de estrés postraumático (PTSD) es una condición debilitante luego de un evento que la persona encuentra espantoso, ya sea física o emocionalmente, haciendo que la persona que experimentó el evento tenga pensamientos y recuerdos persistentes y aterradores o recuerdos recurrentes de la terrible experiencia. Algunos efectos de los eventos traumáticos pueden retrasarse por 6 meses o más, pero cuando ocurre el PTSD poco después de un evento, la condición por lo general mejora después de 3 meses. Algunas personas con PTSD tienen efectos de largo plazo y a menudo se sienten crónica y emocionalmente entumecidos. El PTSD en los niños por los general se vuelve un trastorno crónico.
El (los) evento(s) que provoca(n) el PTSD puede(n) ser:
Algo que ocurrió en la vida de una persona.
Algo que ocurrió en la vida de alguien cercano a él o ella.
Algo de lo que la persona fue testigo.
El riesgo de un niño de desarrollar PTSD a menudo está afectado por la proximidad y relación del niño con el trauma, la severidad del trauma, la duración del evento traumático, la recurrencia del evento traumático, la resistencia del niño, las destrezas de afrontamiento del niño y de las fuentes de apoyo disponibles para el niño de la familia y comunidad luego del(de los) evento(s).
Los siguientes son algunos ejemplos de eventos donde existe una amenaza de lesión o muerte que puede causar PTSD si se experimenta o si presencia como niño o adolescente:
Accidentes graves (como accidentes automovilísticos o de tren)
Procedimientos médicos invasivos para niños pequeños (menores a 6 años de edad)
Mordidas de animales (como mordidas de perros)
Desastres naturales (como inundaciones y terremotos)
Tragedias hechas por el hombre (como bombardeos)
Ataques personales violentos (como asalto, violación, tortura, ser mantenido en cautiverio, o secuestro)
Abuso físico
Abuso sexual
Acoso sexual
Abuso emocional, acoso escolar
Negligencia
Cerca del 4% de los niños menores de 18 años de edad están expuestos a algún tipo de trauma en su vida que los lleva a desarrollar el trastorno de estrés postraumático. De acuerdo con el National Institute of Menthal Health (Instituto Nacional de Salud Mental), de esos niños y adolescentes que han experimentado trauma, cerca del 7% de las niñas y 2% de los niños se diagnostican con PTSD.
Los siguientes son los síntomas más comunes del PTSD. Sin embargo, cada niño puede experimentar las señales de manera diferente.
Los niños y adolescentes con PTSD experimentan angustia emocional, mental o física extrema cuando se exponen a situaciones que les recuerdan el evento traumático. Algunos pueden revivir repetidamente el trauma en forma de pesadillas y recuerdos perturbadores durante el día y también pueden experimentar alguno, o todos, los siguientes:
Perturbaciones del sueño
Depresión
Sensación de nerviosismo o "en guardia"
Sobresaltarse fácilmente
Pérdida del interés en cosas que solían disfrutar; desapego; falta de capacidad de respuesta; sensación de entumecimiento
Problemas para sentirse afectuosos
Irritabilidad, más agresivos que antes o incluso violentos
Evitar ciertos lugares o situaciones que traen de vuelta los recuerdos
Imágenes recurrentes que no pueden evitarse (los recuerdos pueden llegar en forma de imágenes, sonidos, olores o sentimientos: una persona por lo general cree que el evento traumático está volviendo a suceder)
Pérdida de contacto con la realidad
Recreación de un evento durante un periodo de segundos u horas o, muy raramente, días.
Problemas en la escuela; dificultad de concentración
Preocupación por morirse a temprana edad
Comportamientos regresivos; actuar más joven que su edad (por ejemplo, chuparse el dedo o mojar la cama)
Síntomas físicos (como dolores de cabeza o estómago)
No todos los niños o adolescentes que experimentan un trauma desarrollan el PTSD. El PTSD se diagnostica solamente si los síntomas persisten por más de un mes y están afectando adversamente la vida del niño y nivel de funcionamiento. En aquellos que sí tienen PTSD, los síntomas por lo general comienzan dentro de 3 meses luego del trauma, pero también pueden comenzar meses o años después.
El PTSD puede ocurrir a cualquier edad, incluyendo la niñez y puede estar acompañado de:
Depresión
Abuso de sustancias
Ansiedad
La duración de la condición varía. Algunas personas se recuperan en 6 meses, otras tienen síntomas que duran mucho más.
Un psiquiatra infantil u otro profesional de salud mental calificado generalmente diagnostica el PTSD en los niños o adolescentes luego de una evaluación psiquiátrica integral. Los padres que notan síntomas de síntomas del PTSD en sus hijos o adolescentes pueden ayudar buscando una evaluación temprana. . El tratamiento temprano puede evitar problemas futuros.
El tratamiento específico para el trastorno de estrés postraumático será determinado por el médico de su hijo con base en:
La edad, salud global e historial médico de su hijo
Extensión de los síntomas del niño
La tolerancia de su hijo a medicamentos o terapias específicos
Las expectativas del curso del trastorno
Su opinión o preferencia
EL PTSD puede ser tratado. La detección e intervención tempranas es muy importante y pueden reducir la severidad de los síntomas, mejorar el crecimiento y desarrollo normales del niño y mejorar la calidad de vida experimentada por niños o adolescentes con PTSD. El tratamiento siempre debe estar basados en una evaluación integral del niño y de la familia. Las recomendaciones del tratamiento pueden incluir la terapia de conductual cognitiva para el niño. El enfoque de la terapia conductual cognitiva es ayudar al niño o adolescente a aprender destrezas para manejar su ansiedad y para ayudarles a dominar la situación que contribuyó al PTSD. Algunos niños también se pueden beneficiar del tratamiento con antidepresivos o medicamentos contra la ansiedad para ayudarles a sentirse más calmados. La recuperación del PTSD del niño o adolescente es altamente variable y dependiente del la fortaleza interna, destrezas de afrontamiento y resistencia (capacidad de reponerse) del niño o adolescente, La recuperación también está influenciada por el apoyo disponible dentro del entorno familiar. Los padres juegan un papel de apoyo vital en cualquier proceso del tratamiento.
Las medidas preventivas para reducir la incidencia o disminuir la probabilidad de experiencias traumáticas en niños incluyen, pero no están limitadas a lo siguiente:
Enseñar a los niños que está bien decir NO a alguien que trata de tocar su cuerpo o hacerlos sentir incómodos.
Proporcionar apoyo y/u orientación adecuada para niños y adolescentes que han experimentado o presenciado un evento traumático.
Fomentar los programas de prevención dentro de su comunidad o sistema escolar local.
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