La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica del sistema nervioso central. Es una condición imprevisible que puede ser relativamente benigna, causar una discapacidad o ser devastadora. Algunas personas que tienen EM puede verse afectadas de forma leve, mientras que otras pueden perder la capacidad de escribir, hablar o caminar, debido a que se interrumpe la comunicación entre el encéfalo y las demás partes del cerebro.
Existen muchas causas posibles de la EM, que incluyen virus, trastornos autoinmunológicos, factores ambientales y factores genéticos. Todas las causas posibles comparten una característica en común: se induce al sistema inmunológico del cuerpo a atacar sus propios tejidos nerviosos. En la EM en particular, el sistema inmunológico generalmente ataca la capa de proteínas llamada mielina que rodea las fibras conectoras que hay entre las partes del sistema nervioso central. Esta capa de proteínas normalmente proporciona un aislamiento para las señales eléctricas que el sistema nervioso usa para comunicarse. Cuanto se destruye este aislamiento, se interrumpe la comunicación y, a la larga, se destruyen permanentemente algunas partes del sistema nervioso.
Los síntomas de la EM son erráticos. Pueden ser leves o graves y tener una duración larga o corta. Pueden aparecer en diversas combinaciones, según el área del sistema nervioso que se vea afectada. A lo largo del curso de la enfermedad, la persona puede experimentar alguno de los siguientes síntomas o todos y su gravedad puede variar:
Debilidad en los músculos de las piernas o los brazos.
Dificultades en la coordinación. Pueden producirse problemas para caminar o estar de pie y también es posible una parálisis parcial o total.
Espasticidad. Aumento involuntario del tono de los músculos que produzca rigidez y espasmos.
Fatiga. Es posible que esta se produzca como consecuencia de la actividad física y que disminuya al descansar o que sea una fatiga constante y persistente.
Pérdida de sensibilidad.
Impedimentos en el habla.
Temblores.
Mareos.
Pérdida auditiva.
Visión doble.
Mal funcionamiento de los intestinos o la vejiga.
Disfunción sexual.
Dolor.
Cambios emocionales.
Muchas personas con EM sufren deterioros cognitivos relacionados con su enfermedad. Los efectos de estos deterioros pueden ser leves, que a menudo solo se pueden detectar después de una evaluación exhaustiva, y pueden incluir dificultades con algunos de los siguientes puntos o todos:
Concentración.
Atención.
Memoria.
Falta de sentido común.
Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden parecerse a los de otros trastornos o problemas médicos. Siempre debe consultar a su médico para obtener un diagnóstico.
Afortunadamente, el embarazo parece no acelerar al curso de la EM ni agravar sus efectos. Sin embargo, se cree que las mujeres sufren EM no diagnosticada podrían tener más probabilidades de comenzar a sufrir los síntomas durante el embarazo. Algunos estudios han comprobado que los síntomas de la EM disminuyen durante el embarazo y aumentas durante el período de posparto (después del parto).
Los efectos discapacitantes de la enfermedad podrían hacer que la madre sufra dificultades físicas para llevar el embarazo. La debilidad de los músculos y los problemas de coordinación podrían aumentar la probabilidad de sufrir caídas. La fatiga podría empeorar. La parálisis y la dependencia de una silla de ruedas podría aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario. No hay evidencia de que la EM cause infertilidad. Los estudios han demostrado que el embarazo, el parto y las malformaciones congénitas no son significativamente diferentes en las mujeres que sufren EM en comparación con las que no sufren la enfermedad.
Es posible que las mujeres que sufren EM no tengan sensibilidad pélvica durante el parto y no sientan dolor durante las contracciones. Esto también podría hacer que les sea difícil saber cuándo comienza la labor de parto. El parto del bebé podría ser más difícil para las mujeres con EM. Aunque el parto en sí mismo no se ve afectado, los músculos y nervios necesarios para pujar sí podrían verse afectados. Esto podría aumentar las probabilidades de un parto por cesárea, el uso de fórceps o los partos asistidos por vacío.
Las mujeres embarazadas con EM necesitan un control minucioso de la enfermedad y del bienestar del feto. Es probable que se necesiten consultas prenatales con mayor frecuencia. No hay un tratamiento establecido que altere el curso de la EM. Sin embargo, hay medicamentos que pueden usarse durante el embarazo, que incluyen esteroides y antiinflamatorios. En los ensayos de investigación del tratamiento de la EM, se ha utilizado un procedimiento llamado plasmaféresis (un método para eliminar los elementos tóxicos de la sangre). Consulte a su médico para obtener más información.
Los tratamientos de apoyo y la rehabilitación para la EM son especialmente importantes durante el embarazo. La rehabilitación varía según el rango, la expresión, la gravedad y el avance de los síntomas. La rehabilitación para la EM puede ayudar a lograr los siguientes:
Recuperar las funciones que son esenciales para las actividades diarias ("ADL", por sus siglas en inglés).
Ayudar a la mujer a obtener la máxima independencia
Fomentar la participación de la familia.
Aumentar las habilidades de la mujer
Educar a la mujer acerca del uso de dispositivos de asistencia (por ejemplo, bastones, fajas y caminadoras).
Establecer un programa adecuado de ejercicios que fomente la fuerza, la resistencia y el control de los músculos.
Recuperar las destrezas motrices
Mejorar las destrezas de comunicación para las mujeres que tienen dificultades para hablar como consecuencia de la debilidad o falta de coordinación de los músculos del rostro y de la lengua.
Controlar la incontinencia de los intestinos o la vejiga.
Proporcionar reentrenamiento cognitivo.
Adaptar el entorno del hogar para enfatizar las funciones, la seguridad, la accesibilidad y la movilidad.
Conéctese con nosotros:
Descarga nuestra App: