La lumbalgia puede ir desde un dolor leve, sordo y molesto a uno persistente, grave e incapacitante en la zona baja de la espalda. La lumbalgia puede restringir la mobilidad e interferir con un funcionamiento normal.
La lumbalgia es uno de los problemas de salud más significativos que enfrenta la sociedad en la actualidad. Tenga en cuenta las siguientes estadísticas del Instituto Nacional de la Salud:
Ocho de cada 10 personas padecen lumbalgia en algún momento de su vida.
La lumbalgia es una causa frecuente de limitación de actividad en niños y adultos de todas las edades.
Incluso con la tecnología actual, la causa exacta de la lumbalgia puede ser difícil de determinar. En la mayoría de los casos, la lumbalgia puede ser un síntoma de muchas causas diferentes, entre las que se incluyen las siguientes:
Esfuerzo excesivo, actividad extenuante o mal movimiento (por ejemplo, levantar un objeto muchas veces, levantar objetos pesados o exponerse a vibraciones por períodos prolongados de tiempo).
Traumatismo, lesión o fractura
Degeneración de las vértebras (provocada, generalmente, por esfuerzos en los músculos y ligamentos que dan soporte a la columna o por los efectos del envejecimiento)
Infección
Crecimiento anómalo (tumor)
Obesidad (provocada, generalmente, por el aumento de peso en la columna y la presión en los discos)
Falta de tonicidad muscular en la espalda
Tensión o espasmo muscular
Esguince o torcedura
Desgarro muscular o de ligamento
Problemas en las articulaciones (por ejemplo, la estenosis en la columna)
Tabaquismo
Disco que sobresale o está herniado (deslizado)
Enfermedad (por ejemplo, la osteoartritis, la espondilitis o las fracturas por compresión)
A continuación, se enumeran algunas formas de prevenir la lumbalgia:
Levantar objetos con una técnica correcta
Conservar una postura correcta al estar sentado, parado o acostado
Hacer ejercicio regularmente (con un estiramiento previo adecuado)
Evitar el tabaquismo
Mantener un peso saludable
Reducir el estrés emocional que puede provocar tensión muscular
Además de realizar una historia clínica y un examen físico completo, los procedimientos de diagnóstico para la lumbalgia pueden incluir los siguientes: Sin embargo, durante muchos de los exámenes iniciales, las pruebas especializadas no son necesarias.
Radiografía. Es una prueba de diagnóstico que utiliza rayos de energía electromagnética invisibles para generar imágenes de huesos en una placa radiográfica.
Tomografía computada (también denominada TC o TAC). Es un procedimiento de diagnóstico por imágenes que utiliza una combinación de rayos X y tecnología informática para producir imágenes horizontales o axiales (a menudo denominadas "planos") del cuerpo. Una TC muestra imágenes detalladas de las partes del cuerpo, incluidos los huesos, músculos, tejidos grasos y órganos. Las TC son más precisas que las radiografías generales.
Imagen de resonancia magnética (IRM). Es un procedimiento de diagnóstico que utiliza una combinación de imanes grandes y una computadora para producir imágenes detalladas de los órganos y las estructuras internas del cuerpo.
Centellograma óseo. Es una técnica nuclear para la obtención de imágenes en la que se inyecta una pequeña cantidad de material radioactivo en la corriente sanguínea del paciente para que lo detecte un escáner. Esta prueba muestra la irrigación sanguínea al hueso y la actividad celular dentro del hueso.
Electromiografía (EMG).Es un examen para evaluar el funcionamiento nervioso y muscular.
El médico determinará el tratamiento específico para la lumbalgia según lo siguiente:
Su edad, estado de salud general e historia clínica.
El diagnóstico
El alcance de la afección
Su tolerancia a medicamentos específicos, procedimientos o terapias
Las expectativas de la evolución de la afección
Su opinión o preferencia
El tratamiento puede incluir lo siguiente:
Cambios en la actividad
Medicación
Rehabilitación y/o terapia física
Terapia ocupacional
Pérdida de peso (si tiene sobrepeso)
Prohibición de fumar
Seguir un programa de prevención (indicado por su médico)
Cirugía
Mecanismos de asistencia (por ejemplo, soportes mecánicos para la espalda)
Por lo general, hay 3 fases de rehabilitación para la lumbalgia. Estas incluyen las siguientes:
Fase I: Fase aguda. Durante esta fase inicial, el fisiatra y el equipo de tratamiento se concentran en realizar un diagnóstico, en diseñar un plan terapéutico adecuado y en implementar el régimen terapéutico para reducir la lumbalgia inicial y la fuente de inflamación. Este puede incluir alguno o todos los elementos antes mencionados o la utilización de ultrasonido, estimulación eléctrica o inyecciones especializadas.
Fase II: Fase de recuperación. Una vez que el dolor inicial y la inflamación están bajo control, el equipo de rehabilitación se concentra en ayudar al paciente a recuperar la funcionalidad del cuerpo. Esto implica hacer que el paciente vuelva a sus actividades diarias normales mientras que se implementa un programa de ejercicios especializado, diseñado para ayudar al individuo a recobrar flexibilidad y fuerza.
Fase III: Fase de mantenimiento. El objetivo de esta fase de recuperación de la lumbalgia es doble: — educar al paciente sobre las formas de evitar lesiones y tensiones en la espalda y ayudarlo a mantener un nivel adecuado de estado físico para incrementar aún más la fuerza y la resistencia.
Conéctese con nosotros:
Descarga nuestra App: