Durante el embarazo, el sistema circulatorio fetal no funciona como lo hace después del nacimiento:
El feto se encuentra conectado por el cordón umbilical a la placenta, órgano que se desarrolla e implanta en el útero de la madre durante el embarazo.
A través de los vasos sanguíneos del cordón umbilical, el feto recibe de la madre la nutrición, el oxígeno y las funciones vitales indispensables para su desarrollo mediante la placenta.
Los productos de desecho y el dióxido de carbono del feto se envían al sistema circulatorio de la madre a través del cordón umbilical y la placenta para su eliminación.
El sistema circulatorio fetal utiliza tres derivaciones, que son pequeños pasajes que transportan la sangre que necesita ser oxigenada. El objetivo de estas derivaciones es circunvalar ciertas partes del cuerpo —especialmente los pulmones y el hígado— que aún no se desarrollaron completamente mientras el feto se encuentra dentro del útero. Las derivaciones que circunvalan los pulmones se llaman foramenes ovales, que transportan la sangre desde la aurícula derecha del corazón hasta la aurícula izquierda, y el ductus arteriosus, que transporta la sangre desde las arterias pulmonares hasta la aorta.
El oxígeno y los nutrientes de la sangre de la madre se transfieren al feto mediante la placenta. La sangre enriquecida fluye a través del cordón umbilical hasta el hígado y se divide en tres ramas. Luego, la sangre llega a la vena cava inferior, una vena principal conectada al corazón. La mayor parte de la sangre pasa por el ductus venosus, otra derivación que transporta sangre altamente oxigenada a través del hígado hasta la vena cava inferior y luego hacia la aurícula derecha del corazón. Una cantidad pequeña de esta sangre va directo al hígado para brindarle el oxígeno y los nutrientes que necesita.
Los desechos de la sangre fetal se transfieren nuevamente a la sangre de la madre mediante la placenta.
Dentro del corazón fetal:
La sangre ingresa a la aurícula derecha, la cavidad superior derecha del corazón. Cuando la sangre ingresa a la aurícula derecha, la mayor parte de esta fluye a través del foramen oval hasta la aurícula izquierda.
Luego, la sangre pasa al ventrículo izquierdo (cavidad inferior del corazón) y a la aorta (la arteria grande que viene del corazón).
Desde la aorta, la sangre, además de enviarse al corazón mismo, se envía al cerebro y a las extremidades superiores. Luego de circular allí, la sangre regresa a la aurícula derecha del corazón a través de la vena cava superior. Muy poca cantidad de esta sangre menos oxigenada se mezcla con la sangre oxigenada y, en vez de regresar a través del foramen oval, ingresa al ventrículo derecho.
Esta sangre menos oxigenada es bombeada desde el ventrículo derecho hasta la aorta. Una pequeña cantidad de sangre continúa hasta los pulmones. La mayor parte de esta sangre es derivada a través del ductus arteriosus hasta la aorta descendiente. Luego, esta sangre ingresa a las arterias umbilicales y fluye dentro de la placenta. En la placenta, el dióxido de carbono y los desechos se liberan dentro del sistema circulatorio de la madre, y el oxígeno y los nutrientes de la sangre de la madre se liberan dentro de la sangre del feto.
Al nacer, el cordón umbilical se corta y el bebé ya no recibe oxígeno y nutrientes de la madre. Los pulmones comienzan a expandirse con las primeras respiraciones. A medida que se expanden los pulmones, el fluido de los alvéolos desaparece. Un aumento en la presión sanguínea del bebé y una reducción importante en la presión pulmonar minimiza la necesidad del ductus arteriosus para derivar la sangre. Estos cambios permiten que la derivación se cierre. Estos cambios aumentan la presión en la aurícula izquierda del corazón, la cual minimiza la presión de la aurícula derecha. El cambio de presión permite que el foramen oval se cierre.
El cierre del ductus arteriosus y el foramen oval completan la transición de la circulación fetal a la circulación del recién nacido.
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