El trastorno de la conducta es un trastorno del comportamiento, algunas veces diagnosticado en la infancia, que se caracteriza por comportamientos antisociales que violan los derechos de otros y los estándares y reglas sociales apropiados a la edad. Los comportamientos antisociales pueden incluir la irresponsabilidad, comportamientos delincuentes (como ausentismo escolar y escaparse), violar los derechos de otros (como robo), y/o agresión física contra animales u otros (como asalto y violación). Estos comportamientos generalmente ocurren juntos; sin embargo, uno o varios pueden ocurrir sin el otro.
Las condiciones que contribuyen al desarrollo del trastorno de la conducta se consideran que son multifactoriales, lo que significa que muchos factores contribuyen a la causa. Las pruebas neuropsicológicas han demostrado que los niños y adolescentes con trastornos de la conducta tienen un deterioro en el lóbulo frontal del cerebro que interfiere con su capacidad para planear, evitar el daño y aprender de experiencias negativas. Se considera que el temperamento en la infancia tiene una base genética. Los niños o adolescentes a quienes se consideran que tienen un temperamento difícil tienen más probabilidades de desarrollar problemas conductuales. Los niños o adolescentes de ambientes de hogares desfavorecidos, disfuncionales y desorganizados tienen más probabilidades de desarrollar trastornos de la conducta, aunque se puede encontrar en todos los grupos socioeconómicos. Se ha encontrado que los problemas sociales y el rechazo del grupo de pares contribuyen a la delincuencia. El estatus socioeconómico bajo ha sido asociado con los trastornos de la conducta. Los niños y adolescentes que exhiben comportamientos delincuentes y agresivos tienen perfiles cognitivos y psicológicos distintivos cuando se comparan con niños con otros problemas mentales y grupos de control. Todos los factores contribuyentes influyen en cómo los niños y adolescentes interactúan con otras personas.
El trastorno es más común en chicos que en chicas. Los niños y adolescentes con trastornos de la conducta con frecuencia tienen también otros problemas psiquiátricos que pueden contribuir al desarrollo del trastorno de la conducta. La prevalencia de los trastornos de la conducta ha aumentado en las décadas recientes a través de las razas, culturas y grupos socioeconómicos.
La mayoría de síntomas vistos en niños con trastorno de la conducta ocurren también a veces en niños sin este trastorno. Sin embargo, en niños con trastorno de la conducta, estos síntomas ocurren con más frecuencia e interfieren con el aprendizaje, ajuste escolar, y, algunas veces, con las relaciones del niño con otros.
Los siguientes son los síntomas más comunes del trastorno de la conducta. Sin embargo, cada niño puede experimentar los síntomas de manera diferente. Los 4 grupos principales de comportamientos son los siguientes:
Conducta agresiva. La conducta agresiva causa o amenaza con daño físico a otros y puede incluir lo siguiente:
Comportamiento intimidatorio
Acoso
Peleas físicas
Crueldad con otros o con animales
Uso de armas
Forzar a alguien a actividad sexual, violación o acoso sexual
Conducta destructiva. La conducta destructiva puede incluir las siguientes:
Vandalismo; destrucción intencional de la propiedad
Incendio provocado
Falsedad. El comportamiento deshonesto puede incluir los siguientes:
Mentir
Robar
Hurto en tiendas
Delincuencia
Violación de reglas. La violación de reglas ordinarias de conducta o normas apropiadas a la edad pueden incluir las siguientes:
Ausentismo escolar (no asistir a la escuela)
Escapar
Burlas
Maldades
Actividad sexual muy temprana
Los síntomas del trastorno de la conducta pueden parecerse a otras condiciones o problemas médicos. Siempre consulte con el médico de su hijo para un diagnóstico.
Un psiquiatra infantil, o un profesional de salud mental calificado generalmente diagnostica los trastornos de la conducta en niños y adolescentes. Una historia detallada de la conducta del niño por parte de los padres y profesores, observaciones de la conducta del niño, y, algunas veces, las pruebas psicológicas contribuyen a hacer el diagnóstico. Los padres que notan síntomas de trastorno de la conducta en su hijo o adolescente pueden ayudar buscando una evaluación y tratamiento tempranos. El tratamiento temprano puede con frecuencia prevenir problemas futuros.
Además, el trastorno de la conducta con frecuencia coexiste con otros trastornos de salud mental, incluyendo trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, abuso de sustancias, trastorno de déficit de atención/hiperactividad y trastornos del aprendizaje, aumentando la necesidad de un diagnóstico y tratamiento tempranos. Consulte con el médico de su hijo para obtener más información.
El tratamiento específico para niños con trastorno de la conducta será determinado por el médico de su hijo con base en:
La edad, salud global e historial médico de su hijo
La extensión de los síntomas de su hijo
La tolerancia de su hijo a medicamentos o terapias específicos
Las expectativas del tratamiento de la condición
Su opinión o preferencia
El tratamiento puede incluir:
Enfoques cognitivo-conductuales. La meta de la terapia cognitiva-conductual es mejorar las destrezas de solución de problemas, destrezas de comunicación, control de los impulsos y destrezas de manejo de la ira.
Terapia familiar. La terapia familiar con frecuencia se enfoca en hacer cambios dentro del sistema familiar, como mejorar las destrezas de comunicación e interacciones familiares.
Terapia grupal de pares. La terapia grupal de pares se enfoca con frecuencia en el desarrollo de destrezas sociales y destrezas interpersonales.
Medicamentos. A pesar de que no se considera efectiva en el tratamiento del trastorno de la conducta, la medicación puede ser utilizada si están presentes otros síntomas o trastornos y responden a la medicación.
Al igual que con el trastorno de oposición desafiante (ODD), algunos expertos creen que una secuencia de experiencias del desarrollo ocurre en el desarrollo del trastorno de la conducta. Esta secuencia puede comenzar con prácticas de crianza inefectivas, seguidas de fracaso académico y malas interacciones con los pares. Estas experiencias con frecuencia llevan a ánimo deprimido e involucramiento en un grupo de pares rebeldes. Sin embargo, otros expertos creen que muchos factores, como el abuso infantil, susceptibilidad genética, historial de fracaso académico, daños cerebrales, y/o experiencia traumática influyen en la expresión del trastorno de la conducta. La detección e intervención tempranas en una familia negativa y las experiencias sociales pueden resultar útiles en interrumpir el desarrollo de la secuencia de experiencias que llevan a comportamientos más perturbadores y agresivos.
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