La presión arterial es la fuerza con que la sangre empuja las paredes de las arterias. Cada vez que el corazón palpita, bombea sangre a las arterias. La presión más alta se produce cuando el corazón se contrae y bombea sangre. La presión arterial alta, o hipertensión, aumenta en forma directa el riesgo de ataque cardíaco y ataque cerebral. En el adulto, la hipertensión se define como una presión arterial:
Mayor o igual a 140 mm Hg de presión sistólica. (La presión que alcanza el máximo cuando el corazón se contrae y bombea sangre se denomina "presión sistólica").
Mayor o igual a 90 mm Hg de presión diastólica. (Entre cada latido, cuando el corazón está en reposo, la presión decae. Esta presión se denomina "presión diastólica").
Cuando una mujer tiene hipertensión preexistente o la presenta antes de la semana 20 de embarazo, se denomina "hipertensión crónica".
Otras formas de hipertensión durante el embarazo incluyen la preeclampsia. Esta es una afección seria que incluye hipertensión y problemas con uno o más órganos (por ejemplo, los riñones). La hipertensión crónica aumenta el riesgo de preeclampsia.
En general, no hay aumento de riesgo en la mayoría de las mujeres con hipertensión crónica leve si no existen otros trastornos. No obstante, los riesgos son mucho más altos para la madre y el bebé si la hipertensión es grave. Esto también es así si hay presencia de otros trastornos como la diabetes, o si se presenta preeclampsia junto con hipertensión crónica.
Los riesgos de hipertensión crónica grave durante el embarazo pueden incluir los siguientes:
Aumento de la presión arterial
Insuficiencia cardíaca congestiva
Hemorragia cerebral
Insuficiencia renal
Abruptio placentae (desprendimiento temprano de la placenta)
Los riesgos para el feto y el recién nacido dependen de la gravedad de la enfermedad, y pueden incluir los siguientes:
Retraso del crecimiento intrauterino (RCIU o IUGR, por sus siglas en inglés): disminución del crecimiento fetal debido a la insuficiencia de flujo sanguíneo
Nacimiento prematuro (antes de las 37 semanas de embarazo)
Parto de feto muerto
Es importante la atención médica prenatal, el monitoreo cuidadoso de la presión arterial y otros factores. Las mujeres que padecen presión arterial alta en general deben continuar tomando sus medicamentos antihipertensivos. Durante el embarazo, su proveedor de atención médica puede cambiar la medicación habitual por otro antihipertensivo más seguro mientras esté embarazada. Es posible que se le recomiende tomar una dosis baja diaria de aspirina para ayudarle a prevenir complicaciones.
Es posible realizar análisis de laboratorio con regularidad para controlar los valores de determinadas sustancias de la sangre y la orina relacionadas con la hipertensión. También pueden realizarse otros estudios para controlar la función cardíaca y renal. Los estudios fetales pueden comenzar en el segundo trimestre, y pueden incluir los siguientes:
Ultrasonido (para medir el crecimiento fetal).
Prueba sin estrés. Mide la frecuencia cardíaca fetal en respuesta a los movimientos del feto.
Perfil biofísico. Examen que combina la ecografía con la prueba sin estrés.
Estudio de flujo por Doppler. Tipo de ultrasonido que utiliza ondas sonoras para medir el flujo sanguíneo en bebés con retraso del crecimiento intrauterino (IUGR, por sus siglas en inglés).
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